De vacaciones en bici por el Danubio austríaco
Un paseo en bicicleta por el Danubio austríaco es una forma interesante y novedosa de pasar las vacaciones, ya sea en solitario, en familia o con amigos. Ejercicio al aire libre, acercamiento a otras culturas y diferente gastronomía son algunos de los ingredientes que acompañan este nuevo planteamiento vacacional apto para todos los públicos.
Cada vez surgen más alternativas vacacionales al tradicional turismo de sol y playa. Nuevas páginas de turismo termal, de aventura, gastronómico, rural, solidario o deportivo aparecen cada día en Internet que nos hacen replantearnos la forma que utilizamos para nuestro tiempo de ocio.
Un grupo de amigos de diferentes edades nos hemos ido a Austria en bicicleta este verano. Seguimos el curso del Danubio desde Passau, en la frontera de Alemania con Austria, hasta Viena. Son aproximadamente 350 kilómetros con un desnivel de 120 metros, es decir, se trata de un camino casi totalmente llano, siguiendo el curso del río en ligero descenso hacia el mar. Prácticamente todo el recorrido cuenta con carril bici independiente y asfaltado y en buena parte del trazado se puede pedalear por ambas márgenes del río.
La ruta es sencilla, cómoda y apta para todos los niveles. Es la parte más conocida y más frecuentada porque cuenta con una infraestructura estupenda para los ciclistas y si las fuerzas fallan o las circunstancias climatológicas no acompañan, se puede utilizar el tren que pasa y para en casi todos lo pueblos del recorrido.
Pedalear a tu ritmo a lo largo del Danubio es una experiencia singular. El recorrido es rico en paisajes espectaculares y hay empresas especializadas que se encargan de transportar el equipaje desde un punto a otro. Así es más fácil disfrutar del pedaleo en cada etapa.
Además de los parajes naturales por los que discurre la ruta y del disfrute que en si mismo supone recorrer un país a golpe de pedal, la ruta es un sinfín de puntos de interés desde Passau, la ciudad de los tres ríos, donde a las musicadas aguas azules del Danubio se unen las aguas verdosas del Inn y las más grises del Ilz para terminar de configurar ese río mágico y poderoso, hasta llegar a Viena, la romántica y bulliciosa capital que encandila sin remedio a todo el mundo.
Una parada especial es en el meandro de Schlögen, para disfrutar desde el mirador del inigualable espectáculo que nos ofrece el Danubio.
Hay que callejear despacio y con los ojos muy abiertos por las calles de Linz, la capital de la Alta Austria y sobrecogerse sin remedio en ese infierno del exterminio llamado Mauthausen, hay que visitar el teatro más antiguo de Austria en Grein y discurrir a placer por ese encantador valle vinícola de Wachau. En una ubicación estratégica sobre el Danubio, la impresionante abadía benedictina de Melk, uno de los monasterios cristianos más conocidos del mundo, que Umberto Eco ha homenajeado en su novela ‘El nombre de la rosa’.
En la Plaza Mayor de Enns, la ciudad que presume de antigua, es obligatorio pararse a apreciar el monumento más representativo de esta ciudad, la Torre Cívica. El viaje termina en la mítica e imperial Viena, esa moderna ciudad clásica que flota con la música y que engancha sin remedio a todo el que la visita. Nadie puede marcharse de Viena sin asistir a una ópera, sin extasiarse por su centro histórico y sin sentarse en uno de los célebres cafés a disfrutar de sus incomparables tartas.