Plaza Mayor, historia viva de Madrid
La Plaza Mayor es, sin duda alguna, uno de los grandes polos de atracción de Madrid, una referencia, un punto de encuentro, uno de esos lugares emblemáticos al que uno tiene obligación de acercarse en cualquier visita a la capital de España.
Se sabe que este icono de la ciudad está emplazado en lo que hace mucho tiempo fue una zona fangosa, las lagunas de Luján, un espacio baldío en el que a partir del siglo XVI comenzó a celebrarse un mercado popular justo a la entrada de la muralla de Madrid, para evitar las tasas que los comerciantes tenían que pagar en el interior de la ciudad. Con el tiempo, dio lugar a la primitiva Plaza del Arrabal.
En época de los Reyes Católicos se reguló el asentamiento de tiendas en la plaza del Arrabal, y finalmente Felipe III encargó la construcción de una nueva plaza que sustituyera a la anterior, de cuyo proyecto se encargó a un discípulo de Juan de Herrera, que la concluyó en dos años, dándose por finalizada en 1619.
Desde su construcción, la Plaza Mayor de Madrid se convirtió en un lugar de celebraciones. Además de grandes fiestas populares, en la plaza se concentraban hasta 50.000 personas para ver el lanceamiento de toros o las ejecuciones de reos.
Tras la reforma de 1853 la Plaza Mayor se convirtió en un lugar ajardinado por donde circulaban los tranvías y en el centro se situó la estatua ecuestre de Felipe III, que hasta entonces se encontraba en la Casa de Campo.
Actualmente la plaza Mayor, una gran explanada totalmente rodeada por 118 arcos con la estatua ecuestre de Felipe III en el centro, se ha convertido en uno de los grandes ejes turísticos de Madrid. Su aspecto y su configuración ha ido cambiando a lo largo de estos cinco siglos de historia. Después de sufrir tres graves incendios y ser escenario de distintos acontecimientos históricos, ahora, es un espacio para el disfrute, el paseo y la contemplación, uno de los auténticos iconos de la ciudad.