
Las miradas siguen pendientes de la elección de presidente del Gobierno antes de que llegue la fecha fatídica del 31 de octubre, en la que de no producirse, habría que volver por tercera vez a las urnas. Una elección que con toda probabilidad recaerá de nuevo en el presidente del partido Popular, Mariano Rajoy, como consecuencia de la crisis abierta dentro del PSOE, su principal opositor, y la pérdida de protagonismo de Podemos.
La noticia de alcance sectorial se producía, sin embargo, en el seno del Congreso de la Asociación de Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE) celebrado en Madrid los días 5 y 6 de octubre. Durante esas jornadas fueron muchas las voces autorizadas que, a lo largo de las ponencias y debates que se produjeron, manifestaron con rotundidad que ahora se daban las condiciones económicas y sociales para que el sector retomara la senda de la actividad promotora y se convierta en uno de los sectores estratégicos del país.
Han tenido que pasar ocho años de la burbuja inmobiliaria para que las cicatrices de aquellas malas praxis empiecen a curarse, debido en gran medida a que el escenario y los protagonistas de hoy no se parecen en nada a sus predecesores.
Durante esta larga travesía del desierto, la producción de viviendas en España ha sido meramente testimonial, lastrada por superproducción que se produjo en los años del boom. Simultáneamente, la gran mayoría de aquellos promotores hechos así mismos se veían obligados a desaparecer de la escena, inmersos en interminables refinanciaciones de deuda que finalmente acabaron en concurso de acreedores, de cuya morosidad aún no se ha repuesto la banca.
Ahora el panorama es bien distinto. La España de hoy crece sostenida y equilibradamente, sin inflación y generando más empleo que la eurozona. Esto ha creado una coyuntura favorable para que emerja un sector promotor, más fuerte y cohesionado que nunca, con la llegada de nuevos players, que retome de forma selectiva la producción de viviendas en aquellos lugares donde ha desaparecido el stock y hay una demanda embalsada solvente.
Desde la llegada de Juan Antonio Gómez-Pintado a la presidencia de la APCE, el colectivo ha tomado las riendas de la transformación hacia un modelo profesional, innovador y con mayor margen de maniobra financiera. Y hoy se presenta como un sector dispuesto a lavar la mala imagen del pasado y gestionar adecuadamente las oportunidades del país en esta materia, para facilitar a los jóvenes, entre otras cosas, el acceso a la vivienda.
Claro que para eso necesita un Gobierno que agilice los trámites administrativos y legislativos. Unifique las figuras impositivas o ponga suelo en el mercado acorde con la reactivación de la demanda. El mercado necesita gestos como la reciente sentencia del Tribunal Supremo que avala la mayor parte de la modificación del P.G.O.U. de Madrid, que permitirá que la capital crezca.
Porque, si es cierto como parece, que en España hay una demanda de vivienda focalizada de segmento medio-alto, y hay un mercado para construir unas 150.000 casas al año, el sector promotor español, recién pintado, tiene por delante un camino expedito, frente a la desaceleración económica mundial, para incrementar sin autocomplacencia la actividad inmobiliaria durante los próximos cuatro o cinco años.