
La precisión con las palabras importa, mucho. Y más con la economía; cuesta mucho recuperar la confianza, y ésta se pierde muy rápido en cuestiones de dinero. Esta reflexión viene a cuento del ‘guirigay’ que se ha montado con el uso de las palabras desaceleración, enfriamiento, caída, incluso crisis y recesión, para definir lo que nos está ocurriendo.
Por eso decimos que es importante definir en qué momento estamos, porque además de tranquilizar los ánimos clarifica la toma de decisiones para afrontar la situación actual y anticipar lo que pueda venir después. Y en esta línea, no estamos en crisis ni en recesión (recuerden, con ello nos referimos a dos trimestres seguidos de decrecimiento o el eufemismo de crecimiento negativo), no hay caídas de nada: crecemos, menos, pero seguimos creciendo.
Claro que se están rebajando las previsiones de crecimiento por parte de todos los organismos internacionales y nacionales. Sería irresponsable no hacerlo en un mundo globalizado en el que el desenlace de la guerra comercial entre China y Estados Unidos y ahora Europa, más el Brexit y las tensiones sobre el petróleo tienen consecuencias para todos. Pero no perdamos la perspectiva por favor.
Las previsiones macro, tanto para el mundo como para España, hablan de incrementos por encima del 2%. No estamos en la fase alta del ciclo económico pero, lo decimos una vez más, seguimos creciendo.
Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America, lo exponía claramente hace unos días: “es normal que en una situación de éstas se piense en la anterior crisis. Pero lo cierto es que una y otra no tienen nada que ver. Hoy en día no se dan los excesos financieros que por entonces eran evidentes en empresas y familias y el sistema financiero acumula menos riesgos en sus balances”. “Aquella fue una crisis de las que sólo se dan cada 70 u 80 años”, recuerda, a propósito de la historia de los ciclos económicos.
Pero dicho esto, y aclarados los términos, no caigamos en la soberbia de no querer ver las señales, después de cuatro años de bonanza si apelamos a las teorías de los ciclos económicos, de ocho años de duración. Ante ritmos de venta menores, a encarecimiento de precios de determinados materiales, a menor contratación de espacios de oficinas y menor consumo, hay que prepararse mental y empresarialmente.
Conviene testar el mercado. Este mes tienen la oportunidad de comprobarlo en Barcelona Meeting Point (BMP), y SIMA Otoño, dos de las ferias inmobiliarias por excelencia donde se recopila el ambiente inversor y las tendencias empresariales que se escucharán en Barcelona. Y también podrán leer en nuestras páginas las inquietudes del retail en la celebración de su Congreso anual de Centros y Parques Comerciales el pasado 2 de octubre, del que damos cumplido balance.
En nuestro número de octubre hemos querido de una manera modesta, contribuir a la reflexión con una mayor aportación de artículos de opinión y entrevistas con diversos profesionales del mercado inmobiliario, que aportan su granito de arena a la coyuntura actual. Los profesionales de Porcelanosa, Vía Célere, Hábitat, Gloval, Euroval, Proel, Savills Aguirre Newman, CBRE, JLL España o Napisa dan pistas de cómo seguir evolucionando en esta industria.
Y contamos también con la voz del presidente de la Asociación Española de Oficinas (AEO), que nos explica las claves del Primer Congreso de Oficinas en clave internacional que se celebrará en noviembre, y que aspira a ser un punto de encuentro y debate sobre el futuro de este negocio. Un encuentro muy útil para enfrentarse a un sector ‘revolucionado’ por la conectividad, y las nuevas formas de trabajo.
La OCDE subraya que la necesidad de políticas macroeconómicas adicionales ha crecido en la mayor parte de economías y concluye que deben aplicarse con urgencia políticas que fortalezcan la confianza, calmen las tensiones comerciales, estimulen la inversión e impulsen el crecimiento potencial. Pero debería dar bastante tranquilidad seguir creciendo aún.