
Comienza un nuevo curso para el sector inmobiliario, el segundo marcado por la pandemia. En esta ocasión, la particular ‘vuelta al cole’ de las empresas del ‘ladrillo’ presenta más luces que en septiembre de 2020, poniendo de manifiesto que se avanza en el camino de la recuperación, aunque los próximos meses serán claves para verificar si se consolida esta buena marcha.
El sector se sacude progresivamente los efectos de la crisis sanitaria, al tiempo que la quinta ola de la pandemia remite en España si se tienen en cuenta los datos facilitados en las últimas semanas por el Ministerio de Sanidad y las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas. En el mercado residencial, por ejemplo, los precios se recuperan y en general “a un ritmo más adelantado de lo previsto en un contexto de mantenimiento de los estímulos económicos en Europa y de los bajos tipos de interés”, en opinión de Andrea de la Hoz, analista senior del Servicio de Estudios de Tinsa.
Tinsa sitúa el mercado residencial en “un escenario de un incremento sostenido de precios, demanda creciente y oferta limitada”, y en dicho escenario el precio medio de la vivienda, tanto nueva como usada, se encareció en agosto un 5,2% con respecto agosto de 2020 y un 0,4% en relación a julio. Y lo que es más importante, el precio medio de las casas en agosto era un 3,3% superior al de marzo de 2020, cuando se inició la crisis sanitaria.
Y si los precios suben es porque también lo hace la demanda de vivienda por parte de unas familias que quieren cambiar de hogar después de meses de restricciones sanitarias y que, además, han podido ahorrar durante este tiempo para poder acometer la compra en mejores condiciones. Parece que hay hambre de vivir en una casa con terraza, espacio para teletrabajar y zonas comunes con jardín y piscina, por si vienen mal dadas. Una intensidad que se percibe en el número de compraventas e hipotecas que superaron en julio las cifras de 2019, según los registradores.
La construcción presenta igualmente cifras que incitan al optimismo. Los datos del Colegio de Registradores confirman niveles de actividad similares a los de antes de la pandemia, ya que en el segundo trimestre del año se han visado cerca de 8,6 millones de m2, un 1,66% más que en el mismo periodo de 2019 y un 60% por encima del atípico dato registrado en 2020, debido al impacto de la crisis provocada por el coronavirus.
En lo que al mercado de oficinas se refiere, septiembre será un mes clave para saber por dónde respiran las empresas a la hora de retomar su actividad, aunque los expertos auguran que la mayoría de las compañías optarán por un modelo híbrido, en el que los empleados alternarán el trabajo desde casa y en la oficina. Un sistema que muchas compañías comenzaron a utilizar en 2020 y que se generalizará aún más en esta “nueva normalidad”. En esta coyuntura, es previsible que los espacios de trabajo flexibles se conviertan en una buena opción para algunas compañías, por lo que el sector flex aumenta sus inversiones para poder hacer frente a esta hipotética demanda.
De momento, y en cuanto a las oficinas tradicionales, en lo que llevamos de año el mercado de Barcelona sigue más activo que el de Madrid tanto en inversión como en contratación gracias al tirón de las tecnológicas y al tesoro del 22@ que tiene la capital catalana. Pero el hecho de que las oficinas de Barcelona hayan tomado la delantera no quiere decir que las oficinas de Madrid no se estén recuperando, ya que la demanda de espacios en la capital se ha acelerado entre abril y junio y supera los niveles prepandemia, según los datos de BNP Paribas Real Estate.
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