
Después de dos años frenéticos, el sector inmobiliario despide con razonable optimismo 2016 porque, a pesar de todas las vicisitudes que ha pasado y las que le queda por vivir, se han puesto los cimientos para que en 2017 se recoja otra vez una buena cosecha. Para la mayoría de los destacados profesionales que han participado en la tradicional encuesta que realiza la revista, el mercado inmobiliario se mantiene fuerte y estable para mejorar las ciudades en materia de urbanismo, regeneración urbana y rehabilitación, que necesita España para enfrentarse a un nuevo ciclo, menos expansivo quizás, pero mucho más sostenible, por la incorporación al negocio de amplias capas de la sociedad como los jóvenes, en la medida que el país siga creciendo económicamente por encima de la media de la eurozona.
Nadie podrá poner en duda que a estas alturas del partido, el sector inmobiliario está poniendo toda la carne en el asador para convertirse de nuevo en un sector estratégico que genere riqueza y empleo. Sigue luchando en muchas ocasiones con la incomprensión e irracionalidad de las administraciones públicas, poco proclives a poner todos los instrumentos urbanísticos y jurídicos a su alcance para que se puedan llevar a cabo con plenas garantías las grandes operaciones diseñadas, por más que el complejo de ocio integrado que quiere construir la promotora norteamericana Cordish en el pequeño municipio madrileño de Torres de la Alameda chirríe.
La profunda transformación, palpable en el tipo de operaciones y en la entrada de nuevos actores, ha conformado un sector profesional nuevo, con un perfil financiero, preocupado por la rentabilidad del producto y menos especulativo que sus predecesores, dispuesto a jugar sus bazas. Un sector de gestores más concentrado y especializado en producir exclusivamente aquellos productos que demanda el denominado ‘mercado de las ciudades’, pero lo suficientemente flexible como para crear nuevos vehículos de inversión y de financiación que dinamicen la entrada de capital extranjero. Un colectivo que tiene ante sí el reto de convivir con la necesidad de renovar el parque y de asumir que el inmobiliario del mañana será tecnológico.
Los profesionales no esperan durante el nuevo año crecimientos relevantes en los niveles de contratación del inmobiliario comercial tan altos como en los precios de los alquileres de oficinas o en los precios de la de vivienda, donde hay una importante concentración de la demanda y una oferta limitada. En 2017 también será noticia el desplazamiento de determinados inversores hacia mercados con más riesgo y hacia mercados alternativos debido a la escasez de activos prime. Además de intensificarse la adquisición de inmuebles con necesidad de reforma y adaptación a los requisitos técnicos que exige el mercado.
Estamos a punto de comernos las uvas para recibir a 2017 con los mejores deseos de paz y prosperidad para todos los españoles. Una ocasión idónea para traer a colación dos de los personajes que más huella han dejado en 2016. El primero de ellos es el incombustible Mariano Rajoy. El presidente del PP, con la aritmética parlamentaria en la mano, ya podía estar de vacaciones tras las primeras elecciones ahora hace justo un año y, sin embargo, ahí se encuentra de nuevo al frente del Gobierno sin que se vislumbre que ningún candidato le pueda disputar el cargo en el horizonte más cercano.
El segundo es Antonio Catalán. Con la denuncia de la precariedad del empleo en el sector turístico, el presidente de AC Hoteles ha abierto una puerta de esperanza para miles de trabajadores ante la llegada de una hornada de nuevos empresarios dispuestos a limar la brecha de las desigualdades sociales. Brindo con todos ustedes porque así sea, y tengamos un intenso y provechoso 2017.