La prudencia pone de moda los productos alternativos

Julio Irazábal, editor de El Inmobiliario mes a mes
Julio Irazábal, editor de El Inmobiliario mes a mes

En este año de incertidumbres sobre la desaceleración de la economía, el comercio, el Brexit y el fin de compras del BCE, todas las posibilidades sobre un incremento de la inestabilidad sociopolítica internacional están abiertas. Sin embargo, la mayoría de los analistas coinciden en que a medida que nos estamos acercando al punto álgido del ciclo económico, tanto las inmobiliarias como los fondos, los inversores institucionales y las entidades financieras desplegarán en 2019 toda una batería de nuevas estrategias para proteger sus carteras a capa y espada, con productos más estables en el tiempo.

En el caso del mercado español, donde el año viene trufado por el juicio de los políticos catalanes implicados en el ‘procés’, las elecciones locales, autonómicas y europeas y por un más que probable adelanto de las generales, la preocupación añadida viene del lado de la inseguridad jurídica que provoca los continuos cambios de regulación.

“El sector inmobiliario necesita una mayor seguridad jurídica y una menor injerencia de los políticos para estabilizarse y poder crecer”, volvieron a insistir los promotores reunidos en el foro anual que organizó hace unos días la escuela de negocios IESE, la tasadora Tinsa y la consultora Savills Aguirre Newman.

Juan Antonio Gómez-Pintado, presidente de la patronal APCE, llegó a calificar de “populistas” las últimas medidas tomadas por el Gobierno de Pedro Sánchez y algunas ayuntamientos relacionadas con el sector inmobiliario, como la reforma de las socimis o las medidas encaminadas a regular el alquiler, ya que cree que éstas producirán el efecto contrario al deseado.

El sector lleva mucho tiempo reclamando a las administraciones grandes pactos que garanticen la estabilidad jurídica por un tiempo duradero, lo que permitiría ciclos más prologados y seguros, además de poner en práctica estrategias inmobiliarias que incrementen el valor de los activos por encima de otros valores espurios.

Y es que la incertidumbre tanto macroeconómica como política está llevando a los inversores a refugiarse en los sectores nicho para diversificar riesgos, apuntan desde PwC y Urban Land Institute, que aseguran que 2019 será el año de la consolidación de los nuevos segmentos del mercado inmobiliario que, aunque no ofrecen rentabilidades elevadas, si aportan recurrencia de ingresos y estabilidad de cara al medio plazo, frente a los posibles indicios de una ralentización de las economías.

Tanto es así, que si en 2015, sólo un 28% de los entrevistados reconocía estar dispuesto a plantearse invertir en sectores alternativos, este año más de la mitad de los encuestados se están planteando invertir en los denominados productos de las nuevas economías colaborativas, como en viviendas compartidas o coliving, centros de datos, centros logísticos o urban hubs, residencias de mayores o en oficinas de servicios compartidos o coworking, además de proyectos a más riesgo.

En 2019 probablemente se seguirán dando las condiciones para promover todos aquellos inmuebles que se adapten a las nuevas tendencias sociodemográficas y tecnológicas que demandan los nuevos consumidores, donde tanto la vivienda en propiedad y, en especial, en alquiler, así como los inmuebles comerciales, logísticos y de oficinas, seguirán siendo los más demandados. Un año en el que pese a esa confianza generalizada, no se pierde de vista que los retornos están en mínimos históricos, que hay una escasez de activos prime y que los inversores están tomando más riesgos para cumplir con sus objetivos de rentabilidad.