
Como todos los años por estas fechas, toca hacer borrón y cuenta nueva. Pero, ¿cómo ha sido 2018 y qué se espera de 2019?, un año repleto de elecciones autonómicas y locales, y quién sabe si generales, además del Brexit, la posible subida de los tipos de interés, la sensación de la falta de un marco normativo de seguridad jurídica y laboral, y el ‘procés’ dando guerra, por citar algunos de los interrogantes más cercanos que afectarán el devenir de los acontecimientos.
Para los directivos que han participado en la encuesta tradicional que elabora la revista, el ejercicio de 2018 se va a cerrar con magníficos datos en términos de promoción de obra nueva, de rentas y ocupación en oficinas, centros comerciales y logística. Lo que supondrá la culminación de una etapa de bonanza que dura cinco años en la que el sector inmobiliario, gracias a una apuesta por la profesionalización y un entorno macroeconómico estable, ha relanzado la promoción residencial y ha conquistado de nuevo la confianza de los inversores en toda gama de activos inmobiliarios.
Con las mejores perspectivas de la eurozona, pese a los recientes recortes, y la propia evolución del sector inmobiliario español, más financiero y tecnológico que hemos conocido, los profesionales prevén que la tendencia positiva tendrá su continuidad en 2019. En el que se espera un alza de las rentas en todos los segmentos, especialmente en la logística, que es el sector que presenta mayor recorrido.
En 2019, los expertos esperan un crecimiento moderado de los precios de la vivienda en el entorno entre el 5 y 7% de media en España. Proseguirá también la reactivación de los visados de obra nueva, con un incremento del 25%, y volverán a jugar un papel en el tablero las grandes ciudades secundarias al margen de Madrid y Barcelona. Otro de los retos del Año Nuevo será encontrar el equilibrio entre oferta y demanda residencial. Según los empresarios, España necesita entre 120.000 y 140.000 viviendas anuales de nueva construcción, un número muy superior a las 50.000 unidades que se están terminando actualmente.
El ejercicio que nos deja ha sido también, entre otras cosas, una auténtica prueba de fuego para la seguridad jurídica que ofrecía el sector residencial español hasta la fecha. Las veleidades urbanísticas y hoteleras de las alcaldesas de Madrid y Barcelona y más, últimamente, la trifulca por los cambios de doctrina jurídica por parte del Tribunal Supremo para que sean los bancos y no los clientes quienes paguen el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos en la suscripción de hipotecas, han abierto un peligroso campo de batalla en un sector tan sensible como la vivienda, el hotelero y en el desarrollo de los planes urbanísticos.
Han tenido que pasar más de dos años para que recientemente la Comisión de Economía del Congreso aprobara con el único voto en contra de Unidos Podemos y la abstención de ERC la nueva ley Hipotecaria, que podría entrar en funcionamiento en marzo de 2019. Una ley que protege más al cliente en los casos de ejecución hipotecaria y en los intereses de demora, pero que conllevará con toda probabilidad un encarecimiento de las mismas, y donde revisar el mayor número de opciones se hará todavía más necesario.
2018 también ha sido un año clave en la digitalización de sector, con el Proptech como motor de cambio y palanca de crecimiento fundamental para las compañías inmobiliarias. De un tiempo a esta parte, se observa un gran aumento de iniciativas y herramientas digitales basadas en aportar valor añadido a todos los players del sector que, como dice CBRE, están conformando un mercado mucho más transparente, eficaz y colaborativo. Una tendencia que irá a más en los próximos meses, en la que se producirán productivas colaboraciones entre grandes empresas con emprendedores y empresas incipientes.