
El sector inmobiliario sigue muy de cerca el intento de formar Gobierno por parte del socialista Pedro Sánchez tras la renuncia de Mariano Rajoy a presentarse a la sesión de investidura, tal y como le correspondía por ser la fuerza política más votada. El inmobiliario tiene muy presente que, en estos tiempos de turbulencias domésticas y foráneas, el país necesita imperiosamente un Ejecutivo que de estabilidad y seguridad jurídica a los mercados, para no deshacer el camino andando. Eso sería bueno para la creación de empleo, mantener el interés inversor internacional y consolidar la senda del crecimiento que hemos recuperado en los dos últimos años.
El reconstruido sector que se ha conformado tras la crisis se ha propuesto liderar, junto al turismo, la recuperación económica española y, que nadie lo dude, tiene memoria histórica. Y, por ello, tiene meridianamente claro que no es lo mismo que los destinos de España lo rija un político que ha declarado que si llega al cargo va a derogar gran parte de las reformas emprendidas en esta última legislatura, que lo haga el partido del actual presidente en funciones.
Estos días, un grupo de moderados expertos negociadores del partido socialista se reúne con las heterogéneas fuerzas del arco constitucionalista para intentar conformar una mayoría parlamentaria que gobierne para todos los españoles y fortalezca las instituciones. La tarea no se antoja fácil. Pero, en cualquier caso, hay que reconocer que el ofrecimiento de Sánchez ha desbloqueado los mecanismos constitucionales, tanto para abrir la posibilidad de constituir un Gobierno democrático como para que empiecen a cumplirse los trámites que lleven a la repetición de las elecciones, en el supuesto hipotético de que no haya otro remedio.
Mientras tanto, el inmobiliario sigue con su discurso de moderado optimismo respecto al futuro inmediato del sector. Hay más luces que sombras. Por fin se puede decir que hay mercado, y gran parte de los fundamentales económicos lo avalan. Se acabaron los mensajes catastrofistas de antes de ayer. Ahora toca hablar de rehabilitación, promoción y reposición de productos para satisfacer a una demanda exigente que pide, además de ubicación, calidad y criterios de sostenibilidad.
Hoy las palancas del mercado inmobiliario de ciudades que vivimos, como se decía en uno de los muchos foros que se han celebrado en estos primeros días del nuevo año, son la convicción de que se ha activado la financiación; se ha fortalecido la demanda, hay escasez de productos de calidad, y se ha producido un moderado incremento de las rentas. Los precios, en cambio, se han estabilizado, y hay una mejora de la capacidad de endeudamiento.
Razones de peso para creer en un futuro halagüeño, si las corporaciones alternativas salidas de las urnas en Madrid y Barcelona empiezan a discernir entre el urbanismo razonable y el urbanismo utópico, para que no ocurran más desbandadas tan mal explicadas, como la del grupo chino Wanda. Tengan en cuenta que la generación de los millennial nos observa, y estos no se conforman con cualquier cosa.