2023 volverá a poner a prueba la resiliencia inmobiliaria

2022 nos deja y como es habitual cuando se despide un año es tiempo de balance, previsiones y buenos deseos. A la hora de resumir lo qué han sido los últimos 12 meses para el sector inmobiliario, lo primero que hay que remarcar es que el ejercicio que se acaba ha sido, en general, positivo, especialmente para el sector residencial, ya que el número de compraventas de vivienda han continuado creciendo respecto a 2021, siguiendo la tendencia iniciada tras el confinamiento que, en contra de todos los pronósticos, actuó como un catalizador para acelerar la compra de casas.

Sin embargo, las estadísticas ponen de manifiesto los primeros signos muy tímidos de moderación en los ritmos de las compraventas residenciales y los expertos avisan de que la elevada inflación y la subida de los tipos de interés ha comenzado a producir un reajuste en la demanda, iniciando una nueva tendencia.

Solo el tiempo nos dirá si estamos a las puertas de un nuevo ciclo, como auguran algunas voces, o si solo nos enfrentamos a una etapa de estancamiento o ligera caída del mercado, pero en lo que sí hay consenso es en el hecho de que la industria inmobiliaria afronta el nuevo periodo con fortaleza y profesionalización, tal y como destacan las compañías que han participado en la tradicional encuesta del año realizada por El Inmobiliario mes a mes.

En lo que se refiere a la inversión, y a falta de las cifras finales del ejercicio, hay que decir que la actividad inversora se comportó de forma positiva durante los primeros nueve meses del año. Según los datos recogidos por BNP Paribas Real Estate, el sector movió 13.100 millones de euros hasta septiembre, un 57% más que en el mismo periodo de 2021, lo que a juicio de esta consultora pone de manifiesto que España continúa en el punto de mira de los inversores internacionales y nacionales.

Eso no significa que el mercado de inversión sea ajeno a la incertidumbre actual, tal y como se asegura en la segunda edición del informe Valuation Market Trends de CBRE, en la que se afirma que “los niveles de inflación recogidos en 2022, el encarecimiento de las materias primas, la situación de la cadena de suministro y las tensiones geopolíticas han ocasionado una fuerte ralentización en la dinámica del mercado de transacciones”, lo que “está llevando a que las valoraciones de los activos inmobiliarios se resientan y empiecen a recoger bajadas en valores capitales, una tendencia que se mantendrá a principios de 2023”.

Desde JLL también prevén que el mercado de la inversión seguirá contraído en la primera mitad del nuevo ejercicio, aunque esta consultora declara su optimismo para el conjunto de 2023, apuntando que “la recuperación macro debería llegar a mediados del próximo año, no descartando un efecto rebote muy rápido, espoleado por la economía estadounidense y un incremento rápido de la inversión” y recordando que “sin duda, la mayor incertidumbre seguirá siendo la guerra en Ucrania y todos sus efectos colaterales”.

Y tras los balances del año y las prudentes previsiones a falta de una bola de cristal que nos muestre el futuro, llega el momento de los buenos deseos, tan típicos en los últimos días de diciembre. Las consultoras y las compañías inmobiliarias consideran que 2023 ofrecerá muchas oportunidades y que habrá opciones para el crecimiento no solo en lo que se refiere al segmento residencial, sino también en la logística, oficinas y retail. Y aportan un argumento de peso: la capacidad de resistencia mostrada por el sector ante una pandemia de efectos tan devastadores como la del covid. Una resiliencia que parece la mejor baza para resistir lo que nos depare 2023, con prudencia, pero sin perder la confianza.

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