Promover viviendas con sentido
Tribuna de Edgar Caridad, director comercial y de marketing de AQ Acentor.
El mercado residencial ha evolucionado a marchas forzadas durante la última década. Los promotores nos hemos visto obligados a reinventar los procesos por los que nos regimos en pro de la profesionalización y la optimización. Un proceso que arranca desde el estudio previo a la compra de suelos y acompaña durante los primeros meses en que el nuevo propietario se adapta a su vivienda.
Las promotoras tenemos la fortuna de ejercer de puentes entre el capital internacional y aquellos que demandan una vivienda. Conectamos los puntos entre dos mundos tremendamente atomizados. Los primeros porque observan el mundo en su conjunto y se les presentan oportunidades de inversión tan dispersas como una promoción en Sevilla o un proyecto fotovoltaico en Seúl. Los segundos porque hay tantas tipologías de demandas, como personas y familias en búsqueda de un nuevo hogar.
La promoción para la venta arroja unos retornos muy atractivos en los primeros tramos de los desarrollos. De cara al inversor, es clave la puesta en marcha de un modelo sensato, viable y en un mercado con demanda alta. De cara al cliente final, el objeto es proveer de una solución habitacional para cada uno de sus pasos vitales.
Según el INE, un español de 24 años introducido en el mercado laboral cuenta con unos ingresos en torno a los 1.200 euros mensuales. Considerando el coste de vida, su capacidad de ahorro es reducida y, por tanto, el acceso a una vivienda complicado motu proprio. Un ejemplo de respuesta del mercado es la introducción de viviendas protegidas en alquiler como Residencial Parque de Ingenieros en Villaverde (Madrid) o AQ Vallés en Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona).
“Las promotoras, tenemos la fortuna de ejercer de puentes entre el capital internacional y aquellos que demandan una vivienda. Conectamos los puntos entre dos mundos tremendamente atomizados”
Pongamos que el español del que hablamos forma una unidad familiar a los 30 años. Ambos empleados y con unos ingresos nominales sumados de unos 3.400 euros mensuales. En esta etapa, comenzarían a tener una capacidad de ahorro, pero requerirían de un periodo de tiempo para poder hacer frente al pago de la entrada de una vivienda. Estos casos, son un ejemplo perfecto del perfil del cliente de una promoción de vivienda en alquiler como Alfambra (promoción de 281 viviendas que vendimos a Catella en junio de 2022) en Valencia o AQ Urban Sky en Málaga.
El INE apunta que, de enero a julio de 2022, el mercado español absorbió una media de más de 10.000 viviendas de obra nueva mensuales. Una tendencia de transacciones que ha ido al alza durante los últimos cinco años, con la única excepción del 2020 por la cuarentena. A principios del presente año, analistas del mercado apuntaban a una capacidad de absorción de 140.000 unidades anuales. Una cifra alcanzada tras el contraste entre el aumento del número de hogares y la construcción de viviendas de obra nueva, plaza a plaza.
Muchas voces señalan que pasamos de una época de viento de cola en forma de acceso a capital a otra de vientos de cara, marcada por un contexto inflacionista. Sin embargo, no debemos caer en un derrotismo marcado por alienígenas de la actividad promotora.
Los fundamentales son buenos. La demanda se mantiene. Estamos mejor equipados y contamos con más experiencia que nunca. Europa señala hacia una regeneración del parque residencial que lo transforme en más sostenible y optimizado. En el mercado promotor español, lo que vendrá de cara, bien pudiera ser una brisa.
Nuestra tarea consiste en proveer a la sociedad de algo tan necesario como un hogar, mientras ayudamos a generar retornos atractivos para un capital que, a la postre, es clave para la dinamización del mercado. Para hacerlo debemos conocer a nuestro cliente, sus necesidades, etapas vitales y, desde ahí promover viviendas con sentido financiero, social y común.